La cobardía de un ataque contra civiles se ve magnificada en el caso de la AMIA por tratarse de una institución cuya tarea social y cultural se encuentra estrechamente ligada a la historia de nuestro país como símbolo de la solidaridad, la tolerancia y la unión entre los pueblos.
Esta organización laica que cobijó a miles de argentinos fue precursora en la difusión de la ciencia y la cultura, su biblioteca, que debió renacer de los escombros, es un orgullo no solo para la colectividad judía sino para todos los argentinos y su servicio de empleo ha brindado oportunidades a incontables hombres y mujeres de todas las religiones y clases sociales.
El estado argentino está en deuda, no solo con los familiares de las víctimas sino con todo nuestro pueblo, ya que luego de 20 años de marchas y retrocesos aún no se ha logrado cerrar esta profunda herida que se hace cada día más profunda.
Las promesas de avances que traía consigo el memorando de entendimiento con la República Islámica de Irán han quedado en la nada como advertimos en su momento desde la Fundación LED, ante la indiferencia del gobierno nacional.
Solo cuando los culpables sean identificados y cumplan la condena que les imponga la justicia los argentinos podremos cerrar este capítulo atroz de nuestra historia.
Hasta tanto seguiremos luchando como en los últimos 20 años, persiguiendo verdad y justicia.